Vida y obra de Guevara
viernes, 24 de octubre de 2014
El pensamiento del doctor Ernesto Guevara en el desarrollo medico social de Cuba
En una conferencia dictada el 20 de agosto
de 1960, que después ha sido titulada "El médico revolucionario", el
doctor Guevara expone con palabras sencillas cómo se forjó su pensamiento
médico social: "Después de recibido, por circunstancias especiales y quizá
también por mi carácter, empecé a viajar por América y la conocí entera. Salvo
Haití y Santo Domingo, todos los demás países de América han sido en alguna
manera visitados por mí. Y por las condiciones en que viajé, primero como
estudiante y después como médico, empecé a entrar en estrecho contacto con la
miseria, con el hambre, con las enfermedades, con la incapacidad de curar a un
hijo por la falta de medios, con el embrutecimiento que provocan el hambre y el
castigo continuo, hasta hacer que para un padre perder a un hijo sea un accidente
sin importancia, como sucede muchas veces en las clases golpeadas de nuestra
patria americana. Y empecé a ver que había cosas, que en aquel momento, me
parecieron casi tan importantes como ser un investigador famoso o como hacer
algún aporte substancial a la ciencia médica: y era ayudar a esa gente".
En ese mismo discurso expone su valoración
del ser humano: "Comprendimos perfectamente que vale, pero millones de
veces más la vida de un solo ser humano, que todas las propiedades del hombre
más rico de la tierra".11 Esta frase es la base en que se sustenta
la medicina social cubana y está implícita en los dos primeros principios de
nuestra salud pública: la salud es un derecho del pueblo y la salud de la
población es responsabilidad del Estado.
A la dirección nacional del sistema de
salud le dirá: "El trabajo que está encomendado hoy al Ministerio de
Salubridad, a todos los organismos de este tipo, es organizar la salud pública
de tal manera que sirva para dar asistencia al mayor número posible de personas,
y sirva para prevenir todo lo posible en cuanto a enfermedades, y para orientar
al pueblo".
Este pensamiento del doctor Guevara estará
presente en las acciones de salud del médico cubano que a través del Servicio
Médico Rural, creado desde enero de 1960, lleva a los lugares más apartados del
país, no sólo acciones curativas, sino marcadamente preventivas y de promoción
de salud, para dar fundamento a tres de los principios de nuestra salud
pública: accesibilidad de toda la población del país a los servicios de salud,
gratuidad completa de la atención médica terciaria y secundaria y de la primera
sólo excluido el pago de los medicamentos a los enfermos no dispensarizados y
marcado acento preventivo y de promoción en las acciones de salud, sin olvidar el
importante aspecto de la rehabilitación.
Al nuevo médico de la atención primaria le
advertirá sabiamente: "Y veremos que no siempre las enfermedades se tratan
como se trata una enfermedad en un hospital, en una gran ciudad, veremos,
entonces, cómo el médico tiene que ser también agricultor, y cómo aprende a
sembrar nuevos alimentos, y sembrar con su ejemplo, el afán de consumir nuevos
alimentos [...] Veremos, entonces, cómo tendremos que ser, en esas
circunstancias, un poco pedagogos, a veces un mucho pedagogos, cómo tendremos
que ser políticos también, como lo primero que tendremos que hacer no es ir a
brindar nuestra sabiduría, sino ir a demostrar que vamos a aprender, con el
pueblo, que vamos a realizar esa grande y bella experiencia común, construir una
nueva Cuba."
Sobre la participación del pueblo
organizado en las acciones de salud, que es otro de los principios de nuestra
salud pública, nos dirá muy tempranamente: "El principio en que debe
basarse el atacar las enfermedades es crear un cuerpo robusto, pero no crear un
cuerpo robusto con el trabajo artístico de un médico sobre un organismo débil,
sino crear un cuerpo robusto con el trabajo de toda la colectividad, sobre toda
esa colectividad social" y nos señala certeramente el papel del médico en
dicha medicina: "El médico, el trabajador médico, debe ir entonces al
centro de nuestro trabajo, que es el hombre dentro de la colectividad".11 El actual modelo de
atención médica primaria, "El Médico y Enfermera de la Familia", que
alcanza a toda la población de nuestro país, dividiendo a la colectividad para
su asistencia en grupos familiares, da amplia respuesta a este aspecto tan
importante del pensamiento médico social del Guerrillero Heroico.
Pero donde quizá con mayor fuerza se
sienta la influencia de su pensamiento, porque en él está su ejemplo, es en el
principio de la salud pública cubana que más la ha caracterizado y que es: la
solidaridad internacional. En cualquier país del mundo en que se encuentre
prestando sus servicios un médico cubano allí habrá mucho de su tenacidad, de
su espíritu de sacrificios y de su sensibilidad humana.
Por todo ello más que un médico en
ejercicio profesional al servicio del desarrollo de nuestro país, él fue y
sigue siendo nuestro gran Maestro de higiene social y por eso, quizá, desde
fecha tan temprana como el 1ro de enero de 1960 la Facultad de Pedagogía de la
Universidad Central de las Villas le concedió el título de Doctor Honoris
Causa.
Y como Maestro le hablaría a los jóvenes
que en las universidades adquieren conocimientos científicos para advertirles
de su responsabilidad social: "Pero ustedes, estudiantes del mundo, no
olviden nunca que detrás de cada técnica hay alguien que la empuña, y que ese
alguien es una sociedad, y que con esa sociedad se está, o se está contra ella
[...] Y que la técnica es un arma, y que quien sienta que el mundo no es
perfecto como debiera ser, debe luchar porque el arma de la técnica sea puesta
al servicio de la sociedad, y por eso rescatar antes a la sociedad para que
toda la técnica sirva a la mayor cantidad posible de seres humanos, y que
podamos construir la sociedad del futuro désele el nombre que se quiera."
Lo imperioso de otras tareas que lo
llevaron a participar en la lucha guerrillera de liberación en África y en
Bolivia hasta entregar heroicamente su vida en esta última el 8 de octubre de
1967, hace ahora 34 años, impidió que Ernesto "Che" Guevara
completara el desarrollo de su pensamiento médico social y que pudiera ser
aplicado en cada una de las etapas del devenir histórico de nuestra salud
pública revolucionaria. Sin embargo queda lo que nos dejara sobre tan
importante tema en sus discursos, conferencias y escritos, que forman parte hoy
de lo más importante del pensamiento médico social cubano.
Ernesto Guevara y la Educación Humanista
Fue un voraz lector de variados temas y libros,
pasando por el Ingenioso Hidalgo Don quijote de la Mancha, al que hace
referencia en varias ocasiones, Víctor Hugo, hasta los clásicos del Marxismo,
Carlos Marx y Federico Engels lo cual sirvió de ilustración para sus ideales,
el descubrimiento del marxismo no fue para el Che una simple y llana operación
intelectual y bibliográfica, sino también el resultado de una experiencia
vivida, la de la miseria y la opresión de las masas latinoamericanas que
conoció a lo largo de sus viajes, poseía preocupación por Latinoamérica y los
lazos que debían tener estos países entre ellos la lengua, cultura y el deseo
de liberación del yugo colonial norteamericano haciéndolo sobre las bases de la
igualdad y la sensibilidad por el saber humano.
El humanismo lo podemos encontrar de forma
tácita, puede observarse tanto en el inicio, como durante el desarrollo y fin
del pensamiento y acción guevarista, superando desde nuestra perspectiva el
carácter económico para trascender al plano social; todo esto movido por el
hecho de considerar al hombre como eje central o factor esencial de la revolución.
Por ello, el humanismo del Che es, ante todo, un humanismo revolucionario, ya
que no se conforma con el sólo hecho de interpretar la naturaleza sino en
transformarla.
El Che nos dejó una concepción de la Revolución
socialista y de liberación, y de la transición del capitalismo al comunismo en
las condiciones de la segunda mitad del siglo XX; pero con una visión futurista
orientada a dar paso a la vida de un hombre que sería el resultado de todos los
cambios. Se debe tener en cuenta que la transformación radical de la sociedad
exige una profunda variación de las
estructuras mentales de los individuos, por eso
se plantea la educación directa (y se critica la autoeducación por considerarla
incompleta) que ofrece una explicación verdadera y convincente, debido a que no
se vale de estrategias para lograr llegar a la conciencia de los individuos.
Esta forma de educación toca realmente a las masas y; de esta manera se va
expandiendo hasta que se convierte en un hábito, así pues, a medida que la va
adquiriendo va presionando luego a aquellos que no han logrado.
El Che es plenamente consciente del papel que la
educación debe jugar en el proyecto de construcción del socialismo: “Nuestra
tarea consiste en impedir que la generación actual, dislocada por sus conflictos,
se pervierta y pervierta a las nuevas. No debemos crear asalariados dóciles al
pensamiento oficial ni ‘becarios’ que vivan al amparo del presupuesto,
ejerciendo una libertad entre comillas”.
Cuando Ernesto " Che" Guevara comenzó a
viajar por América, como estudiante y como médico, fue cuando entró en estrecho
contacto con la miseria, con el hombre y con las enfermedades, sintiendo unas
ganas inmensas de ayudar a esa gente con su esfuerzo personal a raíz de esto
piensa y reflexiona acerca de la situación hasta llegar a plantearse que la
base fundamental del Hombre Nuevo es la educación; ya que es allí donde se va a
lograr el cambio de conciencia, encontrando la fórmula para perpetuar en la
vida cotidiana esa actitud heroica con la orientación a cambios importantes
entre ellos la transformación de estructuras sociales, de las instituciones
políticas y del régimen existente, esto nos explica la importancia del Hombre
Nuevo y la necesidad de su existencia, en una sociedad que quiere vivir en una
libertad plena, en igualdad de beneficios para todos, así de esta manera, poder
llegar al socialismo deseado. Se puede decir que el valor ético que expone
Guevara es que, el valor supremo de todo humanismo real no puede ser otra cosa,
lógicamente, que la misma humanidad.
La educación debe tomar un perfil liberador,
crítico, que fomente la reflexión y la descolonización del pensamiento, y no un
sistema que se encargue de fomentar el egoísmo, la obediencia, la pereza de
pensamiento y el consumismo desenfrenado.
Los Mensajes de Ernestito, Teté, Pelao, El
Chancho, El Loco, Chang-cho, Che, como también se conocía a Ernesto Guevara
fueron de carácter ético, estético, ideológico, liberador, entre otros como se
pudo observar en el contenido del texto, dejando huellas y modelos a seguir a
nivel internacional en pro del desarrollo de los países y del hombre como
persona y fuente primordial para la sociedad.
Biografia
ERNESTO GUEVARA DE LA
SERNA
Tan insigne revolucionario nació en un
hospital de la ciudad de Rosario, Argentina, segunda en importancia en aquella
época del país, el 14 de junio de 1928, como miembro de una familia bien
acomodada y muy culta. Su padre Ernesto Guevara Lynch, a quien le faltaron
pocas asignaturas para graduarse de arquitecto, era un lector voraz y poseía
una muy bien nutrida biblioteca; su madre Celia de la Serna, hija del doctor
Juan Martín de la Serna, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires, dominaba los idiomas inglés y francés y de sus cuatro
hermanos, tres se graduaron de abogado y arquitectos en la propia universidad
bonaerense.
Desde los dos años de edad comenzó su
padecimiento crónico de bronquitis asmática que lo acompañaría toda su vida,
pero que templaría su voluntad hasta llevarla a límites increíbles y forjaría
su vocación por la medicina.
La familia Guevara de la Serna, por los
negocios del padre, se vio precisada a cambiar muchas veces de lugar de residencia,
lo que le dio desde su niñez a Ernesto Guevara una visión en extensión de su
mundo, que lo convertiría en un viajero impenitente durante toda su existencia.
La enseñanza primaria la recibió de dos
competentes pedagogos, los primeros grados impartidos por la profesora Elba
Rossi en el Colegio San Martín y los últimos por el profesor Osvaldo Oviedo
Zelaya en el Colegio Santiago Liniers, ambos en la pequeña ciudad de
Altagracia, provincia de Córdoba.
Los estudios de bachillerato los cursó en
el notable Colegio Nacional Deán Funes, impregnado del pensamiento del
sacerdote y revolucionario don Gregorio Funes, en la ciudad de Córdoba, capital
de la provincia del mismo nombre, en cuya universidad se llevó a cabo en 1918
una de las reformas de estudios más profunda, por su proyección social, de la
historia de América.
En esta época conoce al doctor Alberto
Granado, notable bioquímico, tiempo más tarde profesor de las Facultades de
Medicina de las Universidades de Santiago de Cuba y La Habana, de determinante
influencia en la personalidad de Guevara y con el se consolida su afición por
los viajes, que comienzan a partir de entonces por toda la Argentina. De esos
años de estudios preuniversitarios diría su padre: "Toda mi biblioteca
pasó por sus manos antes de ser adulto. Yo tenía una biblioteca bastante
completa. Ernesto a los 15 años estaba ya familiarizado con Jung, Adler, y con
Marx, Engels, Lenin"
Su facilidad para las matemáticas hizo
pensar a familiares y amigos que matricularía ingeniería como carrera universitaria
y es preciso detenernos en este aspecto para comentar que dicho interés y la
conciencia de la utilidad del conocimiento de las matemáticas, para toda
actividad científica, económica y social, no lo abandonaron nunca. Muchos años
después cuando ocupaba la presidencia del Banco Nacional de Cuba, su
vicepresidente lo era el doctor Salvador Vilaseca Fornel, notable profesor de
matemáticas, después rector de la Universidad de La Habana, a quien pidió
Guevara le diera clases de esta ciencia y cuenta el viejo maestro que durante
cinco años fue su alumno, que del inicial repaso de las matemáticas del
bachillerato pasaron a profundizar en la geometría analítica, el álgebra
superior, cálculo diferencial e integral, ecuaciones diferenciales, hasta
entrar en el análisis del libro sobre programación lineal del profesor mexicano
Héctor M. Espinosa Berriel, del que resolvió uno por uno todos sus ejercicios y
tiempo más tarde cuando preparaba su viaje a Bolivia le mandó a pedir, a su
maestro, cinco libros, uno de ellos sobre programación lineal, del autor
norteamericano que habían empezado a estudiar juntos.
Pero un hecho familiar, ha apuntado su
padre, lo inclinó definitivamente a la medicina. Cuando esperaba en las
vacaciones de 1947 para matricularse en la Universidad, sin haber decidido aún
en qué Facultad, su abuela paterna sufre una hemorragia cerebral y Guevara
acude rápidamente a su lado y está junto a ella, haciéndole todos los cuidados,
en los últimos 15 días de su agonía. Profundamente deprimido, con su muerte
inevitable, matricula en la Universidad de Buenos Aires la carrera de medicina.
Las universidades argentinas habían sido
profundamente sacudidas por la revolución universitaria de 1918, iniciada en la
de Córdoba, la más antigua institución docente superior de país, fundada en
1613, pero en ésta y en la de Buenos Aires, fueron las que más profundamente
había dejado sus huellas.
Los cubanos también sentimos sus vientos
de renovación. En 1922 de visita en la capital del país, para asistir al VI
Congreso Médico Latinoamericano, el doctor José Arce, eminente cirujano,
entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, fue invitado a pronunciar
una conferencia sobre dichos cambios en la enseñanza superior, lo que hizo el 4
de diciembre del propio año con el título, "La evolución de las
universidades argentinas" en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Desde entonces esta conferencia ha sido considerada como el hecho que
desencadenó la revolución estudiantil universitaria de 1923 dirigida por
nuestro inmortal líder juvenil Julio Antonio Mella, que produjo la reforma de
estudios de 1924, aunque yo opino que en lo referente a los de nuestra Facultad
de Medicina estuvieron más influidos por el informe de Abraham Flexner sobre
los estudios médicos en Estados Unidos y Canadá de 1910.
En la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad de Buenos Aires en 1947, cuando ingresa Ernesto Guevara, los
estudios médicos se realizaban en seis cursos explicados en 30 cátedras,
innegablemente influidos por la reforma de Córdoba. Desde su inicio va unir el
trabajo a su aprendizaje oficial. En el primer año labora como oficinista en la
Municipalidad de Buenos Aires y en el segundo ya los hace en el Instituto de
Investigaciones Alérgicas bajo la dirección del eminente alergólogo doctor
Salvador Pissani, primero su médico y después su admirado maestro, con el que
trabaja hasta el final de la carrera. Algunas de las investigaciones en que
interviene serán publicadas en la revista Alergia como "Sensibilización de
cobayos a pólenes por inyección de extracto de naranjas".
Su interés siempre mantenido de conocer
nuevos horizontes geográficos y sociales lo induce a trabajar durante sus
vacaciones como enfermero en barcos de la marina mercante en viajes por puertos
nacionales y su afán de saber inclina sus lecturas, aún más, por campos
aparentemente ajenos a la medicina, como la lectura, la historia, la filosofía,
la arqueología, la política y estudia dibujo por correspondencia.
Indiscutiblemente que compartía la famosa afirmación del profesor español del
siglo XIX don José Letamendi: "El médico que sólo sabe de medicina, ni
medicina siquiera sabe".
Terminado el cuarto año de la carrera,
tiene ya aprobadas 16 asignaturas que comprenden las ciencias básicas y
preclínicas y ha entrado en contacto muy satisfactoriamente con la famosa
Escuela Argentina de Semiología y Clínica Propedéutica que dio figuras de la
importancia, entre muchas, de los profesores Gregorio Aráoz Alfaro, Tiburcio
Padilla y Pedro Cossio, por cuya grandiosa "Biblioteca de
Semiología", integrada por diez volúmenes aprendimos tan importante
materia médica los estudiantes latinoamericanos desde los años de las décadas
de 1930 a 1960.
Con ese bagaje médico y humanista emprende
Guevara con su amigo el doctor Alberto Granado su viaje de nueve meses por
Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Colombia y Venezuela. En el Amazonas peruano
va a conocer a un hombre extraordinario, con el que laboran un tiempo, que
marcará también su formación humanista y científica, el doctor Hugo Pesce, profesor
de Medicina Tropical de la Universidad de San Marcos de Lima, la más antigua de
América del Sur, quien por su militancia política se vio obligado a dejar su
cátedra y continuar sus investigaciones en las selvas amazónicas en las que
estudió la fisiología del indio y descubrió zonas endémicas de tifus
recurrente, varias nuevas especies de flebótomos, un foco leprógeno y creó un
centro asistencial contra esta última enfermedad.
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